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Sobre

Más de 10 años de experiencia
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Con nuestro trabajo,
todos queremos cambiar el mundo.
¿Verdad?

Conseguirlo es pura vitamina.

Te confieso una misión que me nace desde lo más profundo: estoy decidida a transformar esta realidad. Así de sencillo: no puedo dejarlo pasar. Por lo mismo que no concibo una película sin final, sin banda sonora o efectos visuales, tampoco considero aceptable una obra que excluya a nuestros amigos, vecinos o familiares con discapacidad sensorial o cognitiva.

En mi caso, mi combustible diario, eso que me impulsa a cambiar mi pequeña parcela en este mundo, son mis amigos con discapacidad visual. Porque me pongo en su lugar.

Comparto con ellos la frustración de encender el televisor, querer ver una obra y no poder porque no tiene accesibilidad.

¿Cómo es posible que en plena revolución tecnológica haya películas en plataformas sin audiodescripción o subtítulos?

Es tan absurdo como tener una obra de arte colgada en una habitación a oscuras. La belleza está ahí, pero si el espectador no puede percibirla, su impacto y significado se desvanecen.

Sé que compartes conmigo esta visión. Por eso estás aquí.

Como los responsables de Netflix, que confiaron en mí para que nadie se perdiese la sonrisa canalla de Pedro Alonso en «Berlín», los lugares que desafían la lógica y los sentidos de «El Hoyo 2» o el movimiento hipnótico de los abanicos de «Disco Ibiza Locomía».

Cada obra tiene su propio lenguaje visual y emocional, y adaptar esas particularidades a la audiodescripción es un reto al que me enfrento cada mañana con entusiasmo.

marta aguilar vicario fotografia corporativa
Soy Marta Aguilar Vicario,
traductora de profesión y audiodescriptora a fuego lento

Al recibir una obra, la visualizo primero para familiarizarme con ella.

Es un proceso artesanal, como cuando cocino para amigos y quiero sorprenderlos con una receta armónica al paladar.

Para preparar mis ingredientes, escribo en un cuaderno los nombres de los personajes, los lugares y los objetos clave que aparecen en los primeros minutos o el primer capítulo, y que servirán de referencia al espectador hasta que termine la película o serie.

Ellos serán la sal y la pimienta.

Después, redacto mi guion de audiodescripción como si de una delicia culinaria se tratara.

Pruebo un bocado para degustar los sabores de la narrativa.

Ajusto los segmentos, que cuadran a la perfección en el hueco de diálogo, sin sobrecargar la experiencia inmersiva.

Entonces, cierro los ojos.

Escucho, reproduzco en alto lo que he escrito y me aseguro de que cada palabra dé paso a la siguiente sin brusquedad, como un vino que marida con el guiso.

Una vez cocinado a fuego lento, dejo que el texto descanse algún día.

El reposo da paso a la revisión, en la que aderezo antes de enviar el texto al cliente.

El resultado final es una delicia para todos los sentidos.

Cuando las palabras hierven a fuego lento,
los sentidos degustan cada escena de tu historia

Es hora de que pongamos tu obra
a cocer a fuego lento.

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